Ahora son casi las dos de la mañana y me voy a la cama. Tengo otro libro, del genio de Vila Matas, aguardando. Pero todavía estoy sufriendo el síndrome del libro bueno terminado. Ese que deja un vacío indescriptible que hace que duela un poco la panza, ese que nos deja un poco melanco.
Tal vez entonces sea hora de dejar de vivir por cuenta de los otros y empezar a construir la propia historia. Tal vez sea el momento de dejar de ser lector por unas horas del día para ponerme del otro lado. Ese gran paso de la pasividad a la acción. A la creación. Allá vamos...